

Las grandes fortunas tienen una incidencia limitada sobre la demanda interna de un país (porque suelen guardar su patrimonio en bienes financieros), por lo que la economía no se reactiva con incrementos de renta o patrimoniales de las grandes fortunas. Sin embargo, si se produce un aumento de la renta en las clases medias o bajas de la sociedad, las estadísticas nos muestran un aumento del consumo, y por tanto una revitalización de la facturación de las empresas y consecuentemente del empleo. Pero también crece la inversión porque aquellas personas más emprendedoras, podrán impulsar la creación de nuevas empresas productivas que generarán más riqueza, innovación y empleo.
El reparto de la riqueza es el reparto del poder, es mejorar la calidad de nuestras democracias, es conseguir una sociedad más cohesionada, justa y feliz.