

La robotización y la implementación de la inteligencia artificial en la industria están suponiendo un avance significativo en términos de productividad y eficiencia y los analistas está previniendo que es un proceso que acaba de iniciarse y que tiende a multiplicarse, probablemente en progresión geométrica.
Sin embargo, mientras las empresas obtienen mayores beneficios debido al aumento en la eficiencia, estos avances también pueden dar lugar a efectos como la pérdida de empleos, el aumento de la desigualdad y una mayor concentración de la riqueza en manos de las empresas propietarias de la tecnología. En este contexto, el Estado tiene un papel fundamental para no solo promover la modernización industrial sino también para asegurar que los beneficios de esta transformación lleguen a toda la sociedad.
Las innovaciones en productividad, aunque son impulsadas por las empresas, se construyen sobre años de inversión pública en educación, infraestructura y en la investigación que desarrolló la IA y la robótica. Dado que estos avances se han logrado gracias al trabajo colectivo de la sociedad y al apoyo público, es justo que una parte de los beneficios generados sea retribuida a la sociedad en su conjunto.
La automatización y la IA aumentan la rentabilidad de las empresas, y en el sector industrial este proceso está aún más acentuado. Una mayor productividad supone mayores beneficios para los dueños de esas fábricas, entre otros motivos por los ahorros en costes de personal que supone la robotización y la IA, lo que a su vez supone una mayor concentración de la riqueza en manos de los propietarios y accionistas. Sin mecanismos de redistribución adecuados, estos beneficios están incrementando y seguirán acrecentando la desigualdad económica y social. Además las zonas donde la automatización reemplaza una gran cantidad de empleos pueden experimentar efectos negativos, como el aumento del desempleo, el decrecimiento del comercio local y el declive económico.
Por tanto se plantea como necesaria una regulación que suponga una carga fiscal a los robots y la IA como una forma de que las administraciones públicas sean las que generalicen esta medida y se democratice las decisiones con respecto al reparto de los beneficios de esa carga fiscal. Son necesarios los impuestos sobre el aumento en los beneficios derivados de la automatización, así como los impuestos a los robots o a las ganancias generadas directamente por el uso de IA en la industria.
Al invertir una parte de los beneficios de la robotización en las comunidades afectadas, se fomenta la cohesión social y se promueve un crecimiento económico equilibrado, reduciendo las tensiones y los conflictos sociales.
La creación de programas públicos de capacitación y reentrenamiento laboral es fundamental para ayudar a los trabajadores a adaptarse a los cambios en la demanda de habilidades. Los recursos obtenidos de los impuestos a la automatización o del reparto de beneficios pueden financiar estos programas, permitiendo que los trabajadores accedan a formación en áreas de alta demanda, como tecnología, mantenimiento de robots y análisis de datos, preparándolos para las industrias del futuro.
Establecer fondos de desarrollo comunitario con aportaciones de empresas que adopten IA y automatización en sus procesos industriales permite que los beneficios de estos avances tecnológicos fluyan hacia las comunidades afectadas. Estos fondos pueden usarse para financiar proyectos de desarrollo local, infraestructura, programas de salud, educación y apoyo a pequeñas empresas. Así, se generan beneficios económicos y sociales que compensan el impacto de la automatización en las comunidades locales.
También las empresas pueden establecer programas de participación en las ganancias o bonos especiales para sus empleados que permanezcan en sus roles tras la automatización.
Este ingreso permitiría a todas las personas acceder a un nivel de vida mínimo, incluso en un escenario donde muchos empleos están automatizados.
Los ingresos derivados de la automatización también pueden destinarse a la inversión en sectores emergentes como la economía verde, la biotecnología o los servicios de bienestar. Esto crea nuevas oportunidades laborales y diversifica la economía, ayudando a compensar la pérdida de empleos en sectores afectados por la robotización. Esta estrategia contribuye a crear una economía más resiliente y orientada al futuro.
Las compensaciones a la sociedad son esenciales para asegurar que el progreso en automatización y el uso de IA no solo beneficien a las empresas, sino también a los trabajadores, comunidades y al desarrollo general de cada país o de la Humanidad . Mediante una combinación de impuestos específicos, programas de capacitación, desarrollo comunitario y, eventualmente, modelos de redistribución de ingresos como la renta básica, los gobiernos pueden convertir los beneficios de la robotización en una palanca para el progreso social y económico. Esto no solo ayuda a mitigar los efectos negativos de la automatización, sino que también fomenta un modelo de desarrollo más justo y sostenible.