
El establecimiento de estos ratios aplicados entre el que más gana y el que menos gana en el seno de una empresa o de una determinada área geográfica es una medida para promover el reparto de la riqueza que por desgracia no ha tenido una incidencia especialmente significativa y que se encuentra al margen del debate público en casi todos los países del mundo.
La diferencia salarial entre los directores ejecutivos de las empresas en Estados Unidos se ha disparado en las últimas décadas.
Estas estadísticas son difíciles de realizar ya que las empresas intentan ocultar este ratio. Pero también muchos gobiernos, que no solo están permitiendo que incremente la desigualdad, sino que además intentan que esta no se visualice.
La idea de implantar una ratio salarial en las empresas por Ley se basa en un principio por el que han abogado muchas personas y movimientos sociales: Ningún gerente debería ganar en un mes más de lo que sus empleados ganan en un año. Se pretende que se fije una mayor aproximación de los abanicos salariales, de forma que, si una empresa decide incrementar el salario de sus directivos y con ello supera una determinada horquilla que se establezca por Ley, deberá a su vez aumentar proporcionalmente el salario de los trabajadores peor pagados.
De esta forma pueden conseguirse algunos objetivos compartidos por la mayoría. En primer lugar, reforzar la función del Estado de proteger a la parte más débil en la relación laboral –el trabajador– de posibles abusos en materia salarial, promover la cohesión económica, y por tanto facilitar una sociedad más igualitaria, próspera y justa.
Esta medida también es un instrumento para ampliar el grado de democracia en materia de relaciones laborales al posibilitar una mayor calidad en el ejercicio de derechos en la empresa, sobre todo de carácter colectivo, por cuanto ésta debería rendir cuentas ante sus propios empleados por las retribuciones que se fijan para sus directivos, es por ello también una medida de transparencia.