El establecimiento por parte de la Carta Social Europea de un objetivo de alcanzar el 60% del Salario Mínimo con respecto al salario promedio busca la mayor integración posible, frenar la extensión de los salarios en el nivel de pobreza y evitar la amenaza del dumping salarial transfronterizo, un fenómeno que repercute a los sectores de los salarios bajos es particularmente vulnerable.
Con el fin de aplicar el derecho a una “remuneración digna” consagrado en la Carta Social de la UE, a principios de los años noventa, la Comisión Europea reconoció la necesidad de una política salarial mínima europea. En la declaración de 1993, la Comisión instó a los Estados miembros de la UE a que adoptaran las medidas adecuadas para garantizar una remuneración digna por el trabajo.
Décadas después contemplamos como este objetivo está alcanzándose en la Unión Europea, al menos en la mayoría de los países, pero que desgraciadamente es una utopía todavía para la mayor parte de los países del mundo, en los que abunda la economía informal (economía en negro), la falta de un establecimiento de un salario mínimo, unas deficientes estadísticas que hacen difícil establecer el salario promedio, etc.
Establecer un salario mínimo con un porcentaje elevado (por encima del 60%) es una política pública que favorece la cohesión socioeconómica y por tanto el desarrollo tanto social como económico de las sociedades. Es una medida que requiere de un conocimiento y apoyo por parte de los trabajadores de un país para poder confrontar los argumentos de los grandes grupos empresariales y mediáticos que intentarán frenar esta medida.
- Reducción de la desigualdad: Al establecer un salario mínimo que representa al menos el 60% del salario medio, se promueve una distribución más equitativa de los ingresos. Esto ayuda a reducir la brecha entre los trabajadores de bajos ingresos y aquellos que ganan salarios más altos, lo que contribuye a disminuir la desigualdad económica.
- Mejora del nivel de vida: Un salario mínimo más alto permite a los trabajadores cubrir sus necesidades básicas y mejorar su calidad de vida. Al garantizar un ingreso digno, se facilita el acceso a vivienda, alimentación adecuada, atención médica y educación, lo que contribuye al bienestar general de los trabajadores y sus familias.
- Estímulo a la demanda interna: Cuando los trabajadores reciben salarios más altos, tienen más capacidad adquisitiva. Esto impulsa la demanda interna y beneficia a la economía en general. Los trabajadores con mayores ingresos tienden a gastar más, lo que puede aumentar la actividad económica y fomentar el crecimiento.
- Reducción de la pobreza laboral: Establecer un salario mínimo que esté al menos en el 60% del salario medio ayuda a reducir la pobreza laboral. Muchas personas que trabajan a tiempo completo aún se enfrentan a dificultades económicas debido a salarios insuficientes. Un salario mínimo más alto puede brindarles una mayor protección contra la pobreza y permitirles salir de la precariedad económica.
- Estímulo a la productividad y la retención de empleados: Al establecer un salario mínimo más alto, se incentiva a los trabajadores a ser más productivos y comprometidos con su trabajo. Además, puede aumentar la lealtad y la retención de empleados, ya que las personas tendrán menos incentivos para buscar empleos mejor remunerados en otros lugares. Esto puede ser beneficioso para las empresas, ya que la rotación de personal puede ser costosa y disruptiva.
- Mejora de las condiciones laborales: Establecer un salario mínimo más alto puede impulsar mejoras en las condiciones laborales. Las empresas pueden verse obligadas a ofrecer beneficios adicionales, como seguro de salud o vacaciones pagadas, para atraer y retener empleados en un entorno donde el salario mínimo es más alto. Esto puede tener un impacto positivo en la calidad de vida de los trabajadores y en su bienestar en general.