
Closeup view of soldiers lined up in a row

A todos aquellos que defienden la guerra como una necesidad económica, como una cuestión de orgullo nacional o como un mandato divino, quiero hacerles una pregunta sencilla y brutal:
¿Estás dispuesto a morir tú?
¿Estás dispuesto a ver morir a tus hijos, a tus padres, a tus amigas, a tus vecinos?
¿Crees realmente que el sufrimiento, la sangre y la destrucción merecen la pena por un pedazo de tierra, por un símbolo, por un interés empresarial disfrazado de patria?
Porque hablar de guerra desde la comodidad del sofá o del escaño es fácil. Lanzar discursos encendidos sobre honor, patria o sacrificio cuesta poco cuando la carne de cañón no eres tú. Pero cada vez que defiendes la guerra como algo necesario, estás diciendo —aunque no lo sepas— que otros deben matar y morir en tu lugar.
¿Qué defenderías si supieras que tu hijo será el primero en alistarse?
Imagina que mañana estalla una guerra. Que tu familia está en medio del fuego cruzado. Que las bombas caen en tu barrio. Que te llaman a filas y debes empuñar un arma, mirar a otro ser humano a los ojos y disparar. ¿Seguirías creyendo que es por una “causa justa”? ¿Seguirías diciendo que es necesario?
Es muy probable que no.
Porque cuando la guerra deja de ser un concepto lejano y se convierte en una experiencia personal, todo cambia. Ya no hay épica, solo miedo. Ya no hay orgullo, solo pérdida.
¿De verdad crees que la guerra es buena para la economía?
Nos dicen que la guerra mueve la industria, que es un motor económico. ¿De qué economía hablan? ¿De la que beneficia a unas pocas empresas mientras miles de personas huyen, mueren o se arruinan? ¿De la que arrasa hospitales, escuelas, viviendas y deja países enteros en la miseria durante décadas?
Decir que la guerra es buena para la economía es como decir que los incendios son buenos para las aseguradoras. Sí, alguien gana. Pero el precio humano es incalculable, inmoral, inasumible.
¿Dios quiere esto?
Si crees en un dios, ¿de verdad piensas que quiere que mates en su nombre? ¿Qué clase de divinidad exige destrucción y muerte para demostrar tu fe? Si tu dios necesita una guerra para ser defendido, quizás lo que necesitas no es una guerra, sino una nueva forma de espiritualidad. Una que valore la vida, no el sacrificio.
Si sigues creyendo en la guerra, da un paso adelante
Así que si, después de pensar todo esto, sigues creyendo que la guerra es necesaria, que es justa, que es inevitable… entonces te pido algo:
No mandes a otros. No te escondas. Ponte tú en primera línea.
No en un despacho, no en un plató de televisión, no en un discurso. Ponte un uniforme, coge un fusil, pisa el barro. Mira a la muerte a los ojos y decide si vale la pena.
Quizás, solo quizás, si todos los que glorifican la guerra tuvieran que vivirla de verdad, dejarían de aplaudirla.