

El humanismo, con su énfasis en la dignidad humana, la razón y la compasión, ofrece un contrapeso sólido al odio y la intolerancia, al poner en el centro a la persona y sus derechos. Como corriente filosófica y ética centrada en los valores, derechos y dignidad de los seres humanos, es un contrapeso necesario frente al auge del odio, la desinformación y las ideología extremista de ultraderecha en el debate público, especialmente en redes sociales.
El humanismo promueve el diálogo y la comprensión, fomenta la escucha activa, el respeto por las diferencias y la búsqueda de puntos en común, en lugar de la polarización y la confrontación. Invita a ponerse en el lugar del otro, a comprender sus experiencias y perspectivas, y a construir relaciones basadas en la solidaridad.
El humanismo es también defensor de la justicia social: Defiende la igualdad de oportunidades para todas las personas, sin importar su origen, raza, género o creencias.
Por esas razones definitorias de lo que es el humanismo, lo hemos puesto en valor, y aunque el epígrafe de este texto pueda sonar ingenuo o naif, preferimos asumir el riesgo. Sin embargo, el humanismo y todo lo que hemos definido, podría obtener un amplio consenso de la población.
Ese consenso es el que ha venido a romper las nuevas ultraderechas herederas de los fascismos del siglo XX y por eso se necesita reafirmar lo que antes era obvio y que hoy sectores amplios de la población han puesto en duda por mor de la “guerra cultural” que la Internacional de la Ultraderecha y el odio están planteando
La herramienta de esa expansión ha sido la colonización de las redes sociales, apoyadas por abundante financiación de las élites (que están detrás en en este resurgir de la ultraderecha) y el silencio, blanqueamiento y promoción de los los medios de comunicación en manos de estas élites locales, nacionales y mundiales. El impacto de las redes sociales en una polarización que tiene un extremo pero al que no acude el contrario. La polarización no la protagonizan la ultraderecha y la ultraizquierda, porque esta no comparece, está en un estado casi testimonial. La polarización la protagonizan la ultraderecha y la razón y el humanismo, que no es radical, que es dialogante.
La ultraderecha coloniza las Plataformas digitales (“X” es el ejemplo más paradigmático de ello) amplifican el discurso de odio y las ideas radicales a través de algoritmos que favorecen contenidos emocionales o divisivos. Este entorno alimenta el rechazo al diferente y da cabida a narrativas fascistas y de extrema derecha. La proliferación de discursos de odio fomenta la exclusión social, la violencia y la erosión de valores democráticos. La normalización de estas ideas amenaza la convivencia pacífica.
Para revertir la ola de odio y promover los valores humanistas, es necesario tener claro cuales son las herramientas:
Desde las Administraciones públicas: se deben de promover leyes (o aplicar las ya existentes) que combatan los discursos de odio y la incitación a la violencia en línea. Se debe impulsar programas educativos que fomenten el pensamiento crítico, la tolerancia y el respeto por la diversidad. Se debe apoyar a organizaciones sociales porque ellas están en la punta de lanza en la lucha por el humanismo, la democracia y la tolerancia. Y el apoyo debe ser el de financiar y colaborar con estas organizaciones que trabajan en la promoción de los derechos humanos y la construcción de comunidades inclusivas.
Es necesaria la regulación de plataformas digitales con normativas que responsabilicen a las redes sociales, y en su defecto que se responsabilice el Estado, de moderar y eliminar discursos de odio y que castiguen a las personas que usen esa herramienta para propagar racismo, homofobia, apología de la violencia, etc.
Pero también es necesario confrontar, no desde el odio, pero si desde la razón y desde la empatía (comprendiendo los elementos que han motivado a estas personas a afiliarse a tesis del odio) desde lo emocional, desde esos mismos foros, las redes sociales para decir que no, que ese no es el camino, que debemos apostar por el humanismo. Y en esta tarea es necesario recuperar a las personas ideológicamente identificadas con la derecha democrática para evitar que sean fagocitadas por el monstruo fascista, para compartir una lucha por la democracia y por valores incluso tradicionales que están poniéndose en riesgo porque ellos están tentados por una alianza que puede destruir la paz y la convivencia. No referimos a que todos tenemos la necesidad de implicarnos en esta lucha a través del activismo digital utilizando las estrategias en redes sociales para contrarrestar narrativas de odio con mensajes positivos y humanistas, o evitando amplificar mensajes extremistas y desinformación, optando por coberturas mediáticas que promuevan el respeto y la pluralidad, difundiendo acciones, ideas, reflexiones, etc que promuevan el Humanismo y rechacen el odio y la violencia de cualquier tipo
Por supuesto, trabajar en la Educación en valores humanistas, en los centros de formación, incluuyendo en los currículos escolares materias que promuevan la empatía, el pensamiento crítico y el respeto por la diversidad, Apoyo a las víctimas: Brindar apoyo psicológico y legal a las víctimas de discursos de odio y discriminación; Crear espacios de diálogo intercultural que fomenten la comprensión mutua; La Ciudadanía también podría tener un papel en Activismo digital: Denunciar los discursos de odio en línea y promover contenidos positivos; participando en actividades comunitarias y políticas que promuevan la inclusión y la justicia social;: con el consumo crítico de información, Educarse en habilidades digitales para distinguir noticias fiables de las falsas. Denuncia activa: Señalar y rechazar discursos de odio en redes sociales y espacios públicos.
Para contrarrestar esta epidemia de odio, es fundamental una acción coordinada entre administraciones, organizaciones sociales, empresas, medios de comunicación y ciudadanos. Solo a través de una apuesta decidida por el humanismo se puede construir un mundo más justo y compasivo. El humanismo ofrece un marco de referencia sólido para enfrentar el desafío de la ultraderecha y los poderes económicos que la promueven.