
Los criterios ESG se refieren a factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo que se tienen en cuenta a la hora de invertir en una empresa.
ESG son las siglas en inglés de ‘environmental, social and governance’.
- La E de Environmental engloba el efecto qu ela actividad de las empresas tiene en el medioambiente, de forma directa o indirecta.
- La S de Social incluye el impacto que una determinada empresa tiene en su entorno social, en la comunidad.
- La G de Governance alude al gobierno corporativo de las empresa, por ejemplo, a la composición y diversidad de su Consejo de Administración, las políticas de transparencia en su información publica o sus códigos de conducta.
El viraje de gobiernos y bloques como la UE hacia las políticas de transición ecológica, los Principios para la Inversión Responsable promovidos desde 2005 por Naciones Unidas, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados en 2015 por ese mismo organismo, los acuerdos del clima de París y otras iniciativas han sido impulsores de las inversiones ESG que han pasado de ser una parte testimonial a constituir hoy una importante fuente de recursos para una transformación en favor de la sostenibilidad medioambiental y la cohesión social.
Después de la Pandemia de 2020-21 las inversiones ESG son una estrategia habitual de muchos agentes financieros. Según el Global Sustainable Investment Alliance (GSIA), el volumen de las inversiones ESG en los mercados financieros en 2022 fue de 17,6 billones de dólares, un aumento del 25,2% respecto al año anterior. El porcentaje de las inversiones en mercados financieros que fue a las inversiones ESG en 2022 fue del 78,3%.
Este crecimiento se debe a una serie de factores, entre los que destacan:
- El aumento de la conciencia sobre los riesgos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG)entre los inversores.
- La Creciente presión de los reguladores para que las empresas adopten prácticas ESG
- La disponibilidad de nuevos productos de inversión ESG
Los inversores capitalistas están pensando en clave de futuro. Visualizan que ese futuro está relacionado con inversiones sociales, medioambientales y de buena gobernanza. A esto es necesario añadir otro elemento similar a este fenómeno: la evolución de la presencia de inversores socialmente responsables en el accionariado de las empresas para darse cuenta del enorme peso que ha ganado este tipo de inversiones en los últimos años.
Estos criterios ESG han revolucionado los análisis de inversión. Hasta hace poco, se analizaban ratios financieros, expectativas de negocio o retorno de capital para determinar, por ejemplo, si una empresa era rentable o no. Ahora, la vertiente social y medioambiental se impone y puede observarse que, tanto particulares como fondos de inversión, buscan empresas que pasen el examen de la sostenibilidad. Prueba de ello es la proliferación de instrumentos financieros que supeditan el coste de su financiación a los avances en ESG. La tendencia afortunadamente es positiva en esta dirección.
Si cuando analizamos la Responsabilidad Social Corporativa advertimos que las empresas más poderosas como principales agentes activos de esta medida no podrían ser consideradas como sujetos activos en la transformación de un modelo socio-económico que los favorece, podríamos concluir lo mismo con respecto a las inversiones ESG que también tienen en el sector de las Grandes Empresas a su principal agente.
Sin embargo no podemos pasar por alto los elementos positivos y que ayudan al Cambio Social que se consideren criterios medioambientales y sociales en las inversiones de los principales tenedores de la riqueza mundial. Aunque la mayoría de estas inversiones no sean más que “greenwhasing” y “lavados de imagen”. Y esos elementos positivos los vemos en los siguientes puntos:
1º) No todo es “lavado de imagen” por tanto esas inversiones en construir una economía baja en carbono o que ayude a eliminar la pobreza y el hambre debe ser valorada por lo que aporta a millones de personas que se ven favorecidas por las mismas.
2º) También las inversiones ESG que tengan un marcado carácter de lavado de imagen, tiene en si mismo el valor positivo porque constituye una victoria para aquellos que defendemos una sociedad basada en el altruismo y la solidaridad. Si estas Grandes Empresas que son las principales protagonistas de la codicia y el egoísmo, asumen el marco ideológico que lo positivo es la cohesión social y una economía baja en carbono están asumiendo nuestros marcos. Hasta el punto que sus puntos de vista públicos resultan más “amables” y solidarias que los que se encargan de salvaguardar sus intereses en las instituciones, los partidos políticos de derecha y ultraderecha.