La economía social
Al conjunto del sector productivo que integran las ONG, las cooperativas y las sociedades laborales, las mutualidades, las cofradías de pescadores, las empresas de economía solidaria y las empresas de inserción, lo denominamos economía social .
Este tipo de empresas se basan en principios como: la solidaridad, la complementariedad, la cooperación, la equidad y la igualdad. Son principios coherentes con la construcción de un nuevo modelo productivo, con una sociedad más justa.
La empresa de Economía Social es un claro ejemplo donde la productividad y el progreso social son compatibles con la eficiencia empresarial.
La economía social tiene en cuenta consideraciones éticas, sociales y medioambientales y forman parte de su propia identidad. Las empresas de la economía social cuya propiedad es de los trabajadores y de las entidades sociales sin ánimo de lucrativo son un referente en el mundo económico, el actor que deseamos que triunfe, la modalidad empresarial que podría construir un mundo mejor.
Para eso, este sector debe crecer, lograr un porcentaje muy superior en el PIB de cada país, para que la sociedad sea justa, más productiva, más feliz, mejor.
Un mayor protagonismo de las empresas de la economía social supone un reparto de la renta, por tanto es un mecanismo ideal para la equidad social, sin necesidad de la herramienta de la fiscalidad redistributiva. La tradicional metodología de distribución de riqueza ha sido la fiscalidad directa, sin embargo un crecimiento de la economía social frente al modelo imperante y tradicional de empresa, se traduciría también en la deseada distribución de la riqueza. Esto es así porque los beneficios de estas empresas se distribuyen en origen, ya que estas empresas o no tienen ánimo lucrativo, o los beneficios se reparten entre sus dueños que son sus propios trabajadores. Además establecen como prioridad en su actuación la creación y mantenimiento del empleo y otros objetivos sociales que contribuyen al reparto de la riqueza.
Las medidas de promoción de este sector empresarial desde los gobiernos podrían suponer una ampliación del peso económico de las empresas de economía social, y así posibilitar un reparto de la riqueza más justo. Incentivar desde la Administración Pública la creación de nuevas empresas de economía social y el éxito económico de las que ya existen se logra con tres herramientas principales: los incentivos fiscales, las subvenciones y sobre todo estableciendo la prioridad en la contratación pública.
Un sistema económico con una hegemonía de las empresas de la economía social podría suponer un cambio sistémico en toda la economía y la sociedad mundial, un éxito en defensa de la Humanidad. En definitiva, cambiar el paradigma de la economía es cambiar el modelo social. Hay varios argumentos que sostienen esta conclusión:
1º) Si las empresas, especialmente las más grandes son las que implantan el sistema de valores hegemónicos en las sociedades capitalistas, como son la codicia y la acumulación desenfrenada de activos y poder. Las grandes corporaciones que conocemos son guiadas principalmente por el ánimo lucrativo. Frente a ese modelo las empresas de economía social, priorizan la cooperación, la solidaridad, la empatía, tolerancia y respeto. No se desprecia el dinero y el crecimiento, pero este es repartido entre sus trabajadores o en la sociedad o comunidad en la que trabajan. El beneficio económico de las empresas de economía social es la herramienta para conseguir esos valores, no es esencialmente su fin.
2º) Los principales protagonistas de otro modelo económico basado en la economía social son los trabajadores/as que son también propietarios de estas empresas. También lo son los promotores de iniciativas sociales, los responsables de entidades sin ánimo de lucro que intervienen en la economía, que los podemos llamar los emprendedores sociales. También protagonizan este modelo los propios consumidores que están insertos en una cooperativa de consumo, que se convierten en propietarios de una empresa que pretende satisfacer sus necesidades. A todos ellos, los mueve, les incentiva el crecimiento económico, pero su objetivo principal es otro: crear o mantener su puesto de trabajo incrementando de forma progresiva su salario, lograr fines sociales y de bienestar de la comunidad, o satisfacer directamente sus necesidades como consumidores.
3º) Los beneficios cuando los hubiera, de estas organizaciones son dedicados al reparto entre sus propios socios, que son sus trabajadores, o a expandir la empresa para seguir generando sus beneficiosos efectos sociales. No es posible la acumulación ilimitada e irracional de la riqueza de unos pocos que se reserva en paraísos fiscales o en activos financieros para la especulación sin que suponga ningún beneficio para la sociedad.
4º) La empresa de Economía Social es un claro ejemplo donde la productividad y el progreso social son compatibles, de cómo la eficiencia empresarial puede convivir con la responsabilidad social. De cómo otra forma de hacer empresa es posible. La economía social es una búsqueda teórica y práctica de formas alternativas de hacer economía, basadas en la solidaridad, cooperación y trabajo.
Ya sea por los valores que genera, por la naturaleza de sus protagonistas, por el destino de sus beneficios empresariales, o por ser un ejemplo real práctico de compatibilidad entre eficiencia empresarial y beneficio social, las empresas de economía social son un actor protagonista en la construcción de una sociedad más justa