
En el propio nombre se encuentra gran parte de su definición. Es una prestación económica ofrecida por el Estado dirigida a colectivos sociales más desfavorecidos, con bajos ingresos o sin ellos y a los que se les quiere garantizar un fuente económica mínima para su subsistencia “digna” y que para cobrarla no se requiere más condición que padecer una situación de pobreza y que por tanto seguirán cobrando hasta que tal condición desaparezca.
Nos interesa por tanto, en estas páginas comentar el concepto más teórico del Ingreso Mínimo Vital, más que la definición jurídica que en cada estado pueda dársele en cuanto a condiciones, requisitos, edad, etc. Es decir, lo interesante del Ingreso Mínimo Vital es establecer que el Estado tiene la obligación con todos los ciudadanos que viven en su territorio de garantizar unos ingresos económicos mínimos que garanticen su vida con dignidad.
Por tanto, parece tener una relación con lo que se plantea por parte de los defensores de la Renta básica. Sin embargo, aunque resulta habitual confundir estos conceptos, la renta básica y el ingreso mínimo son prestaciones y conceptos diferentes. La primera no se aplica de forma estricta en ningún país del mundo, mientras que la segunda es una prestación muy extendida en los países desarrollados y, sobre todo, en Europa, donde el Estado de Bienestar es más poderoso que en otras regiones avanzadas. Y sobre todo, la Renta Básica está dirigida al 100% de la población y el IMV solo aquellas familias y personas que estén en situación de pobreza.
Las ventajas son dignas de reflexión y apoyo a la medida:
1.- Ayudar a las personas que se encuentran en exclusión social para que no tengan problema en adquirir los bienes básicos para su subsistencia digna, es decir alimentos, ropa, vivienda, movilidad, e incluso ocio.
2.- Gracias a esta renta también se logra mejorar los salarios ya que de esta manera las empresas se verán obligadas a ofertar sueldos que mejoren sustancialmente los ingresos del IMV y “merezca la pena” trabajar.
3.- No desincentiva trabajar si existe una diferencia favorable al salario, ya que el IMV es flexible y se cobra una cantidad en función de la situación económica de la familia.
4.- Promueve el dinamismo económico ya que estas personas al poder ampliar su capacidad de consumo tiene la posibilidad de mejorar los ingresos de empresas que venden productos y servicios básicos (alimentos, movilidad, ropa, hogar, etc). Sin duda es también un promotor de la actividad económica.
5.- Su costo para el erario público es bastante más bajo de lo que muchos creen. No implica un gran sacrificio a las arcas públicas y sin embargo las consecuencias de aplicarlo son tan positivas que merece el esfuerzo inversor. También el estado recupera gran parte de este esfuerzo al aumentar la recaudación fiscal por el aumento de la actividad económica que se comentaba en el punto 4.
En muchos países de Europa (España. Holanda, Portugal, Alemania, Suecia, Italia, etc) está implantado con diversas modalidades o variaciones pero con un similar objetivo: combatir la pobreza. También fuera de Europa en países desarrollados como Canadá o Estados Unidos como una de las medidas post pandemia, se han ido implantando esta medida.
La gran apuesta sería que se estableciera un Ingreso Mínimo Vital en todo el Mundo. Que ninguna persona deje de recibir esta remuneración, viva donde viva. Para lograr este objetivo es necesario una acción concertada de todos los países a través de políticas de cooperación al desarrollo y un consenso social que supondría un gran avance para la Humanidad, no solo desde el punto de vista económico (sin duda tendría grandes beneficios) si no también desde el punto de vista moral: acabar con el hambre y las grandes necesidades que vemos y padecemos en el Mundo.